La soledad del corrector

Sé que no es muy ético etiquetar a las personas por su profesión, pero voy a hacer una excepción en mi ética personal esta vez, para analizar el perfil del corrector: pocas profesiones hay tan solitarias como las del corrector de textos. Es una de las cosas que hay que tener en cuenta cuando se trata con uno de nosotros, ya que la mayor parte de nuestro tiempo de trabajo lo dedicamos a estar solos con nosotros mismos, leyendo, leyendo y leyendo; analizamos y escrutamos escritos ajenos, mientras somos incapaces de ver errores en los nuestros (incongruencias de la profesión); vivimos con la errata a cuestas y con el sentimiento generalizado del trabajo imperfecto (siempre se pueden hacer mejor las cosas). En cualquier otro trabajo, ya sea como autónomo o  en empresa, tienes la posibilidad de relacionarte con tus colegas, clientes y proveedores e interactuar. Para el corrector independiente la soledad es un añadido y posiblemente sea una profesión repleta de personas principalmente solitarias (o no, habrá correctores que visiten continuamente a sus editores, hablen por teléfono con ellos o con otros correctores, pero no suele ser el caso). Yo, como correctora, me considero muy solitaria y con gran mundo interior, lo que hace que  pueda concentrarme horas y horas ante un texto y no escuchar ni el zumbido de una mosca.

Si un corrector se lo propone, puede mantener su ritmo de trabajo sin hablar absolutamente nada con nadie. Yo me comunico por correo electrónico con el 99% de mis clientes, es raro que alguien me llame por teléfono para decirme que tiene un libro para corregir o que le debo una factura, lo normal es que recurran al e-mail.  Al final, cuando ha pasado mi jornada laboral, me percato de que no he hablado con nadie durante 6 horas. Y así diariamente.

Si editas, es posible que hables un poco más, y si la gestión de la edición es completa, se convierte automáticamente en un trabajo normal en el que te comunicas con fluidez con tu entorno e incluso vas a reuniones con clientes y proveedores.

Por eso lo anterior es algo importante a tener en cuenta cuando te diriges a un corrector.  Puede que estés tratando con una persona que pasa demasiado tiempo leyendo en solitario. Que no te sorprenda si cuando coge el teléfono carraspea un poco para aclararse la voz. Avisados estáis.

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